Lo que opinen los demás no son tus asuntos
¡Lo estás haciendo muy bien! ¡Estás aprendiendo!
Este verano estoy compartiendo muchos momentos con gente a la que quiero y con gente a la que conozco menos y con la que he aprendido mucho. El popular dicho de «nunca te acostarás sin saber una cosa más», no sé a ti, pero a mí se me cumple siempre, y estos días de verano el porcentaje de cosas más, se ha disparado con un aumento considerable.
En uno de estos momentos veraniegos compartidos me encontraba sentada en la terraza de un bar bajo apenas casi sombra, soportando un calor infernal con un grupo de amigos. Todo se mostraba caótico.
El camarero tardó muchísimo tiempo en atendernos, finalmente nos sirvió las bebidas equivocadas, le avisamos, y para el cambio volvió a tardar muchísimo. Las tapas que pedimos llegaron cuando las bebidas estaban ya casi terminadas, el tremendo calor hacía que nuestra sed se incrementara. Así que pedimos otra ronda e insistimos al camarero que, por favor, agilizara, haciéndole partícipe de nuestro malestar. Todos estábamos contagiándonos en cierto modo de ese cabreo común, yo también, pero bueno, la conversación y risas conjuntas del grupo lo iba compensando.
Cuando ya por fin terminamos nuestra segunda ronda y devoramos los sabrosos aperitivos, pedimos la cuenta que volvió a tardar muchíííííííísimo; y para nuestra sorpresa, cuando la fui a pagar, me di cuenta de que no era correcta, habían incluido bebidas y tapas extras que no habíamos pedido. Así que, sí, con tono serio y un pelín enfadada, le dije de la mejor manera que pude cuatro cositas al camarero, manifestándole mi malestar y el del grupo desde el momento uno en que pisamos la terraza.
Mientras que el camarero fue a resolver el malentendido, una de las personas del grupo me apremio con un «¡Eh! Parece mentira, después de escribir dos libros y contar lo que cuentas en ellos, no te puedes enfadar así, deberías de predicar con el ejemplo». Me quedé blanca, helada, y mira que hacía calor. Enmudecí en un primer momento y tras unos segundos añadí: «Bueno, es que yo también estoy aprendiendo».
«No aprendes a caminar siguiendo las reglas. Aprendes haciendo y cayéndote».
Richard Branson
Sí, porque que yo escriba sobre autoconocimiento, desarrollo personal y espiritual no hace que sea perfecta, para mí nadie lo es, ni tan siquiera el mejor de los mentores. Lo siento, pero yo expreso en función a mi experiencia, a mi caminar por la vida que no deja de ser otro diferente al de cualquiera.
Cada persona tiene sus creencias que siento que son infinitas. Por ejemplo, lees un libro y cada persona saca una conclusión diferente, al igual que sucede con una película, con una canción, con una conferencia, con un curso o cualquier cosa o circunstancia, a unos les encanta y les fascina, a otros les parece normalito y a otros no les ha gustado nada o directamente han apagado el botón sin ni siquiera haberle dado una oportunidad. Para gustos los colores.
Además, una cosa es ser tú mismo y otra cosa es lo que se espera de ti.
En mi vida hago uso de muchas herramientas, leo a todas horas porque disfruto con ello, al igual que puedo cambiar totalmente de tercio y ponerme a tejer, dibujar o cocinar. Sea lo que sea que haga, lo realizo poniendo consciencia en ello, como por ejemplo saborear cuando como, oler a propósito acercándome a una planta, dar pasos fijándome en el tipo de baldosa que piso, su color, su forma; pongo lo mejor de mí.
Mientras voy viviendo, sigo aprendiendo, me sigo enfadando y quejando en muchas ocasiones. No soy un ejemplo inmaculado de nada, cometo fallos, aprendo de ellos, sigo y continuo. Creo que seré alumna eterna de la vida y eso me hace sentir muy bien.
Aparte, tomo buena nota de todo cuanto me parece útil para poderlo compartir contigo.
Ser y simplemente ser, tener la oportunidad de conocerme cada día mejor, aunque la tozudez me aborde de vez en cuando y la inseguridad haga acto de presencia. Porque, sí, eso me pasa, me sigue pasando.
Ahora sí, desde que me conozco mejor, ese cambio de vida se manifiesta mejorando mis días, me doy cuenta de que fluyo mucho mejor ante circunstancias desagradables; y comprendo que es lo que me quiere decir cierta situación, qué mensaje o enseñanzas saco de la misma y me parece un avance maravilloso.
Así que si me preguntas si me sigo enfadando, enrabietando, criticando, y añadiendo en mi contra todas las emociones y reacciones de menor frecuencia, tengo que contestarte que sí.
También, por otro lado, aprendo del contraste y me permito sentir la polaridad de una alta frecuencia notando la diferencia y disfrutando aún más si cabe del cambio.
En el momento veraniego que te acabo de relatar, pude experimentar:
- Un calor infernal y como se calmaba este con una bebida refrescante y una rica tapa, que me hacía sentirme agradecida y afortunada.
- Paciencia a través de la impaciencia por la tardanza y el servicio deficiente.
- Asertividad, expresando al camarero mi malestar y la del grupo de la mejor manera posible, a pesar de mi enfado.
- Tolerancia, respondiéndole a mi amigo que yo también era humana y estaba aprendiendo en esta vida esforzándome en mejorar cada día.
Y podría seguir con esta lista si la analizara más profundamente, pero creo que has pillado la idea, ¿verdad? A lo que voy es a que el cambio se hace notable cuando eres consciente del antes y el después, que los nuevos cambios parecen sutiles, pero de los cuales no habría sido consciente hace años, ahí radica lo bonito de conocerte.
«Vivir es conocer y experimentar esta vida humana. Acertar o no es secundario».
Juan José Benítez
No te quiero convencer de nada, simplemente sé y experimenta por ti mismo.
Mi consejo para ti:
Observa lo que te rodea y actúa lo mejor que puedas en todo momento. Permítete ser. Lo que opinen los demás no son tus asuntos.
¡Gracias ∞ por leerme #gentecincoestrellas!
Con un soplo de Amor,
Ana Baz